domingo, 10 de marzo de 2013

Hablemos de sexo



En la vida iba yo a imaginarme que lideraría una mesa redonda en el Salón Erótico del Levante. Ni siquiera ir a visitarlo, las cosas como son, que ya estuve a punto el año pasado y no me  imaginé cómoda en semejante hábitat. Y por lo que te cuentan que hay ahí, leyendas urbanas e historias irreproducibles del porno más hardcore. Pero dije que sí. Accedí sin mucho pensar, pues en principio me pareció muy divertido, una experiencia nueva, con lo que a mí me gustan las novedades y meterme en fregaos. ¿El motivo? El bestseller del momento, del que muchos hemos hablado ya largo y tendido, y parece que seguiremos hablando per secula seculorum, Cincuentas Sombras de Grey.

No pude encontrar mejores contertulias, a las que no puedo estar más agradecida. Por una parte, mi amiga P, acérrima defensora de la trilogía, y por otra, A, que como yo, sufrió el libro desde la primera página, pero fue aún más masoca, pues se leyó la trilogía entera. Eran las compañeras perfectas y las necesitaba conmigo, y no pude más que saltar de alegría cuando me contestaron que sí. Sus maridos vendrían con ellas, de escoltas, pues también habían oído esas tremebundas historias de las que hablábamos antes.

Al llegar a Ifepa, la diosa que llevo dentro no sabía si quedarse en el parking o entrar al Salón a echarse unas risas conmigo. Nos tocaba después de la charla de tuppersex y antes de la de eyaculación precoz. Hasta ahora, la más popular de las charlas había sido la de sexo tántrico, nos dijeron. Al parecer petó el salón de actos. Teníamos entonces tiempo para pasear y ver lo que allí se cocía… ejem. Los stands, en su mayoría sex shops, estaban bastante concurridos, pero más aún estaba la zona junto al escenario donde tenía lugar un concierto, tengo entendido, de porno-rock, donde además de músicos y guitarras, dos chicas medio en cueros le daban su merecido a un chavalote que se ve que se había portado mal. Ale, palotes en el culo en directo, nada más llegar.

Pronto llegó nuestro momento y el salón de actos se fue llenando con gente de todo tipo y todas las edades, lo cual me hizo muchísima ilusión. La manera que lo planteamos, tras exponer nuestras opiniones, era que el público participara dándonos las suyas, y participó. Que otra cosa puede que no, pero si algo hemos de agradecer a esta novelucha rosa mal escrita es que hace hablar a las personas y las une. Como a nosotras tres, que al final nos acabamos poniendo de acuerdo y le dimos a la novela el indulto ante la hoguera.

Se nos hizo corto y sé que a P y a A se les quedaron muchas cosas por decir. Tanto es así que nos fuimos a la cafetería a seguir charlando, brindando con unas cervecicas bien frías y sin perder la vista del escenario, donde los del porno-rock seguían en to lo suyo.

Tras la experiencia en el Salón Erótico, creo que a partir de aquí… ¡lo que me echen! Y qué casualidad que, precisamente esta semana, mi local favorito del momento, La Oveja Negra, organizaba un tuppersex especial Cincuenta sombras de Grey, al que por supuesto asistí. Aceites, dildos, consoladores, balas negras y estimuladores varios pasaban de mano en mano entre las asistentes. Mucha risa floja y algún que otro momentazo de carcajada. Que es que había un grupo de matures en una esquina que no paraban de cascar y comentar, pero lo mejor es que la hija de una de ellas estaba presente, muy cerca de mí, aconsejando a su madre sobre qué comprarse.

“Lo que pasa en La Oveja Negra, se queda en La Oveja Negra”, dijo una de las chicas del tuppersex para anunciarnos que, para finalizar, jugaríamos al “Yo nunca”. “Mamá, tú no mires”, decía la hija justo en el momento que decidí pirarme.

Y fue al cruzar la puerta, que me encontré a M y a L, que me felicitaron por la tertulia y me pidieron que se repitiera. Yo les conté todo lo que había aprendido esa noche y me quedé hablando con ellos, de Cincuenta sombras de Grey una vez más, hasta altas horas de la madrugada.

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