lunes, 6 de julio de 2009

El haka

La primera vez que supe del haka fue en el 2001 en Alemania, nada más lejos de Nueva Zelanda, en un pueblo llamado Prien am Chiemsee. Allí una servidora, autocastigada, se había ido un enero a hacer un curso intensivo de alemán. ¡ENERO! No en verano, como todo hijo de vecino, no, en ENERO! No os podéis hacer idea de la pelá que caía allí tan cerca de los Alpes. A lo que iba, al ser verano en el hemisferio sur, el curso estaba lleno de argentinos, australianos y neozelandeses.

Organizaron entonces en la escuela una especie de concurso de talentos, ni me acuerdo, pero me suena que la gente tenía que hacer algún tipo de actuación o presentación sobre su país. Sólo me acuerdo de lo que hizo el neozelandés, ni siquiera estoy segura de haber participado yo. Aquí es cuando vi por primera vez el HAKA. Cómo mola. Da un poco de miedo.

Luego, cuando vivía en Inglaterra, no podía evitar acordarme de aquel neozelandés (de cuyo nombre no consigo acordarme) cada vez que veía a alguien con un polo de los All blacks, muy comunes entre los zamarros british o aquella cortinilla que ponían en la tele.

Ahora, cinco o seis años después, vuelvo a acordarme del neozelandés dichoso con una de mis lecturas del verano, La elegancia del erizo, de Muriel Barbery. En él, la protagonista describe con fascinación el haka en uno de sus Diarios del movimiento del mundo.

¿Conocíais el haka? ¿Tenéis el típico polo de los All Blacks? (A mí me dan una grima...)

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